Entre las páginas del
Diario mexicano el Cosmopolita del 26 de febrero de 1840 se anunciaba la rifa
de un aparato diseñado por el inventor francés Louis Jacques Daguerre.
Un equipo completo de daguerrotipo y 80 láminas de plaqué.
Estos materiales fotográficos fueron, al parecer, los primeros en pisar tierra
mexicana a tan sólo seis meses de su descubrimiento, y con la misma rapidez con
que llegaron su uso se expandió, y se prepararon nuevos profesionales con la
intención de crear y recrear las”imágenes dibujadas con luz”.
De este modo, se abrieron diversos estudios fotográficos en
las ciudades más importantes del país, a donde sólo iban los personajes más
acauda lados para”hacerse retratar", pues su costo era muy elevado. Si
bien es cierto que el género del retrato es el que más se desarrolló durante
esos primeros años fotográficos, también se hicieron tomas de paisajes, de
ruinas precolombinas, vistas de la ciudad e incluso se llegaron a registrar
algunos hechos bélicos. Parte de estas imágenes las hicieron, además de
Nacionales, algunos estudiosos extranjeros como John Lloyd Stephens, Frederich
Catherwood y Désiré Charnay en zonas arqueológicas y Théodore Tiffereau en
diversas regiones mineras del país.
El daguerrotipo se utilizó en México principalmente de 1840
a 1847, pero perdió popularidad con la llegada de otras técnicas de
realización: el ambrotipo y el ferrotipo utilizados básicamente entre los años
de 1848 y 1860, que gracias a sus bajos costos fue posible que las clases
populares tuv leran acceso al retrato fotográfico. Sin embargo, su escasa
calidad gráfica contribuyó a que fueran sustituidos por otra técnica que
presentaba mejores tiempos de exposición, más brillantes contrastes y múltiples
tonos en la representación. Fue el colodión húmedo con el que la foto tuvo su
mayor auge comercial, pues además, como innovación, creó la posibilidad de
reproducir en serie la misma imagen.
Uno de los ejemplos más claros de cómo se aprovechó la
oportunidad de multirreproducción se vio durante el imperlo de Maximiliano y
Carlota entre 1863 y 1866, ya que a través de las fotos éstos difundieron su
imagen como recurso publicitarlo propiciando que la fotografía comenzara a
realizarse con diferentes intenciones y usos sociales. Durante el porfir lato
la fotografía de registro tuvo un lugar destacado, ya fuera para dar
seguimiento a la construcción de puertos, del Ferrocarril Nacional e incluso
para reconocimiento de las zonas geográficas y Haciendas más distantes del
país. Porfirio Díaz contrató a fotógrafos extranjeros para realizar este tipo
de trabajos como Ab el Briquet, Charles B. W alte, W. Scott y Will lam Henry
Jackson.
La visión folklorizada que de los indígenas tenía el
porfiriato también se extendió con el retrato de los tipos físicos, y fue
Ybañez y Sora uno de sus mejores realizadores. Este género costumbrista
idealizaba y descontextualizaba a los personajes y tuvo un gran auge en el
extranjero. Por otro lado, la fotografía de temas arquitectónicos encontró en
Guillermo Kahlo a uno de sus más destacados representantes, y en Hugo Brehme el
paisaje cobró un aspecto bucólico de gran calidad. Sin embargo, el retrato comercial
continuó siendo el género por excelencia de ese periodo finisecular; y entre
los gabinetes fotográficos más renombrados podemos citar el de los socios
Antíoco Cruces y Luis Campa, los Hermanos Valleto, Celestino Álvarez, Octaviano
de la Mora, en Jalisco, y Pedro González, en San Luis Potosí. De ese tiempo uno
de los más conocidos retratistas fue el guanajuatense Romualdo García, por su
lente pasaron y posaron una amplia gama de tipos sociales, desde el hacendado y
el terraten lente, hasta los mineros, los obreros y campesinos quienes
conformaron un maravilloso mosaico tipológico de la época.
El camblo gestado a raíz del movimiento armado de 1910,
también quedó registrado en las placas de audaces fotógrafos. Muchos de ellos
eran fotógrafos de gabinete, otros provenían del fotoperiodismo y los menos se
formaron al fragor de los disparos, pero sin duda todos ellos contribuyeron a
la creación de una nueva iconografía. Ante esa nueva realidad, nuevos temas se
impus leron con modernos tratam lentos y diferentes estilos; ello es posible
constatarlo en el material legado por Agustín Víctor Casasola, quien reunió las
placas de fotógrafos Nacionales y extranjeros: un ampllo e invaluable archivo
que tuvo como condición original el servir de agencia gráfica informativa a
diversos periódicos y revistas desde el año de 1911.
Es con esas imágenes de atractivos revolucionarlos,
envalentonadas”adelitas" y decididos”juanes", con lo que se inicia
una transformación fotográfica que rendirá sus frutos en el periodo posrevolucionarlo.
los años veinte, con su encanto, con su contraste soci al, con la promesa de un
nuevo régimen que p lanteaba cambios en el aspecto social, político, económico
y cultural, atrajeron a dos fotógrafos extranjeros: el estadounidense Edward
Weston y su acompañante la italiana Tina Modotti, quienes llegaron con una
visión totalmente vanguardista de la fotografía, concibiéndo la como arte con
un sentido estético propiamente fotográfico y lejos de los cánones pictóricos.
Esta nueva vertiente sacudió las viejas conciencias y generó
nuevos fotoartistas como los reconocidos Manuel Álvarez Bravo y Lola Álvarez
Bravo, entre otros. En el gremlo de los reporteros gráficos también la re
alidad social y cultural impuso una nueva forma de capturar la noticia, y por
ende procuraron mejorar tanto su calidad gráfica como su estilo de trabajo.
Para los años treinta y cuarenta el fotoperlodismo fue el género que más auge
tuvo, ya que era la época de oro de las revistas ilustradas. Las imágenes
creadas contenían elementos de un gran sentido del humor, eran críticas y
mordaces, procuraban las más audaces noticias y contenían composiclones,
ángulos de toma y elementos estéticos muy novedosos. En esos años trabajaron
para diversos Diarios y revistas los miembros de la familia Casasola -los hijos
y sobrinos-, así como Enrique Díaz Reyna, Enrique Delgado, Luis Zendejas y
Manuel García, entre muchos otros, quienes le dieron renovada actividad al
fotoperlodismo. En los años cincuenta se empezaron a hacer más rígidas las
imágenes fotoperlodísticas, su discurso se oficializó y compartió con el
régimen sus simpatías.
Son principalmente dos jóvenes, pertenecientes a esta década
los que se deslindaron y continuaron con un estilo gráfico más crítico: Nacho
López y Héctor García, quienes se convirtieron en los continuadores de un
perlodismo agudo y mordaz y vieron mayores frutos de su trabajo en la prensa
Nacional después de detonado el movimiento estudiantil en 1968.
La fotografía como denuncia social
Es en los años setenta cuando se observa la fusión de
diversos estilos con una marcada intención soci al. Así, los retratos, los
ensayos gráficos, los fotorreportajes y las notas gráficas pretendían denunc
lar injusticias sociales, económicas y políticas. los fotógrafos Nacionales
tomaron un matiz latinoamericanizado y las imágenes de denuncia tuvieron un
lugar destacado en el marco de la producción Nacional: Para 1976 estos
fotógrafos instauraron el Consejo Mexicano de Fotografía como promotor de
diversos encuentros internacionales, entre los que destacan los Coloquios
latinoamericanos de Fotografía cuyo primer encuentro se realizó en 1978.
Asimismo, uno de los mayores logros de esos años fue la
concepción de la fotografía como un ente propio con límites y alcances ajenos a
otras manifestaciones plásticas. Gracias a esta circunstancia se creó en 1980
la Bienal de Fotografía.
Por otro lado, sectores de fotógrafos que tenían diferentes
intenclones comenzaron a recrear su mundo interior, o bien buscaron un enfoque
más esteticista de la realidad, enfatizando en la creación de imágenes, el
montaje de escenarlos, la formación de fotos lúdicas, procurando una
inmejorable calidad técnica, a diferencia de aquellos que veían en la foto soci
al la necesidad de profundizar en el contenido y descuidaban en gran medida los
aspectos formales. Sin embargo, existen quienes lograron encontrar un
equilibrlo dialéctico y generaron una obra de alta calidad y con un fuerte
contenido temático; sólo por citar algunos ejemplos están: Mariana Yampolsky,
Graciela Iturbide, Pedro Meyer y Gerardo Suter.
Los quehaceres de la fotografía se han ampliado, sus maneras
de realización también, el oficio de fotógrafo se ha extendido más allá de lo
imaginable en éste su 160 cumpleaños. Actualmente, el Centro de la Imagen es la
institución oficial y el eje organizador de los eventos, de cursos y conferenc
las, de la edición de diversas publicacilones y promueve las Bien ales de
Fotografía y -desde 1994- las de Fotoperiodismo. También es promotor del
conocido Fotoseptiembre, donde se da la oportunidad de exhibir y conocer los
materiales creados en el país tanto de profesionistas como de dilettantes de la
imagen. Por ello, en esta brevísima historia no quiero dejar de mencionar la
amplia gama de trabajos que ahora se presentan.
Entre los jóvenes que se inician en el oficlo las
posibilidades son infinitas gracias a los avances tecnológicos fotográficos y
de la computadora. Hay quienes siguen fieles a la tradición de la cámara, del
tripié y del trabajo de laboratorlo, frente a quienes procuran encontrar en la
fotografía un medio de comunicación que puede entretejerse con otros más. Por
ejemplo en la obra de Javier Orozco es posible encontrar al descubierto un
mundo interior con elementos construidos y con una alta tecnologización y en la
de Martirene alcántara las líneas y segmentos arquitectónicos nos refieren un
ángulo diferente e innovador del mundo exterlor con el que se encuentra
cotidianamente. Todos ellos forman parte de este mosaico tan rico que
actualmente conforma nuestro país, sin dejar a un lado las nuevas aportaciones
que abren más posibilidades a la fotografía mexicana. lo que si es notable y
muy gratificante es que hay cada vez más mujeres en este trabajo, en un
principio aparentemente circunscrito a los hombres. Asimismo, sobresalen las
propuestas gráficas más acordes a satisfacer la demanda de trabajo, así como a
complacer las necesidades expresivas y estéticas de estos tiempos que por
suerte nos tocó ver, vivir y registrar con el ojo vivaz de la cámara.